Con una trayectoria de más de tres décadas en las aulas de la Facultad de Educación, el académico José Antonio Rivas Flores, no solo comparte conocimientos sobre folklore y tradiciones, sino que también, despierta la identidad cultural de sus estudiantes.
El Prof. José Antonio Rivas Flores, del Departamento de Educación Física, de la Facultad de Educación, desde su niñez ha estado estrechamente vinculado al folklore. Su madre, nacida en Coronel e hija de músico, y su padre, originario de Cauquenes, lugar característico por promover el folklore y las tradiciones, marcaron la vida del docente.
Fue así como creció en un entorno campestre, “donde compartí, crecí y aprendí de las mujeres y los hombres más sabios de este país: los campesinos”, manifestó.
Este episodio determinó en gran parte su amor por el folklor y la educación, áreas que le han permitido desarrollarse académicamente y por las cuales ha sido reconocido en innumerables ocasiones por su labor y contribución cultural.
“Cuando somos capaces de relacionar nuestras tradiciones con nuestra historia, y nos damos cuenta de quienes somos en este espacio lleno de significados, reconocemos nuestra identidad, lo que hace más grato nuestro vivir social”, sostuvo el docente, que cuenta con una destacada trayectoria universitaria.
Con más de tres décadas en las aulas, el profesor Rivas dicta las asignaturas Folklore y Cultura Tradicional a estudiantes de pedagogía y también de otras carreras. Esto representa para él “un compromiso con la verdad socio-antropológica de nuestro país, esa verdad que tiene que ver con la sabiduría de las comunidades”, indicó.
“Cuando comparto con mis estudiantes manifestaciones socioculturales tradicionales de Chile, también aprendo de ellos, de sus entornos y de sus saberes. Muchos y muchas estudiantes me dicen «que no practican el folklore» que es algo lejano a su vida, y cuando les hablo de costumbres y tradiciones y cuando comienzan a contar sus experiencias personales y familiares, se dan cuenta de esa maravillosa relación dialógica con su entorno sociocultural tradicional”, explicó.
Para el académico, el folklore es una disciplina que tiene que ver con la cosmovisión, la historia y las tradiciones de un pueblo, por lo que, en la enseñanza de estas asignaturas, él va más allá del transmitir conocimientos, puesto que busca conectar a sus estudiantes con la riqueza de las manifestaciones tradicionales.
En cuanto a los retos más comunes que enfrenta en el aula, menciona que las y los estudiantes llegan con conocimientos respecto al folklore lleno de caricaturas y manifestaciones que no tienen una verdad social. Lo anterior, se traspasa también al baile, “respecto a la ejecución de las danzas tradicionales, se nota que a nivel escolar se enseñan pasos y coreografías, muchas veces no acorde a la capacidad motriz de los y las estudiantes y solo pasa a ellos el movimiento y no la ritualidad de la danza”, explicó.
Para animarlos a explorar y preservar las tradiciones culturales, el docente indicó que su metodología es teórica-práctica, combinando la conversación sobre entornos y ocasionalidades utilizando ejemplos cotidianos y experiencias familiares de sus estudiantes, con herramientas visuales como presentaciones y videos. En las clases prácticas, se enfoca en el conocimiento del cuerpo en movimiento, la respuesta rítmica y la vivencia de las danzas folklóricas, tradicionales y populares de Chile en la corporeidad.
De esta manera, el profesor no solo enseña en las aulas, sino que también comparte su pasión por el folklore, impulsando la preservación de las tradiciones culturales a través del arte y la música. Es así como lidera un proyecto musical que ha crecido con él durante casi 40 años y que lleva por nombre “Conjunto Huenuican”, formado en 1984 mientras era alumno de la carrera de Educación Física.
Este grupo ha visto pasar a una gran cantidad de estudiantes, músicos, bailarines y bailarinas, dejando cada uno un sello particular. “Cada generación ha dejado su sello y me ha hecho sentir las más grandes satisfacciones, no hay una en particular. Hay momentos que se atesoran para toda la vida”, concluyó el docente.