La docente de Trabajo Social de la Universidad de Concepción comparte sus impresiones sobre su reciente ingreso al Programa de Iniciación Pedagógica (PIP).

Como una oportunidad para identificar áreas de mejora es como la docente de Trabajo Social de la Universidad de Concepción, Prof. Eugenia Urrutia Herrera, evalúa su ingreso al Programa de Iniciación Pedagógica.

Además de compartir su entusiasmo por participar de esta iniciativa, destaca que esto representa una ocasión para reflexionar sobre su práctica docente. «Lo primero será aprovechar esta experiencia para hacer una mirada personal de cómo estoy desarrollando la docencia, mi praxis e identificar aquello que claramente será mejorable de la mano de mi compromiso con un desarrollo profesional permanente”, indicó.

Durante la entrevista, la docente enfatiza su interés en mejorar la planificación de clases, asegurando que estén bien estructuradas y sean llamativas para las y los estudiantes. También menciona su aspiración de perfeccionar sus habilidades en la evaluación del aprendizaje y en la creación de un ambiente positivo en el aula. “Confío en que el PIP me ayudará a desarrollar habilidades para lograr clases bien estructuradas, que releven los contenidos según corresponda y que estimulen a las y los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Lo anterior aportará a un segundo elemento, que es el tema de las técnicas de enseñanza que utilizo y que espero se vean aumentadas, y me permitan así adaptarme de mejor forma a los distintos estilos de aprendizaje de mis estudiantes y, además, contribuir y asegurar un ambiente en el aula que promueva relaciones basadas en el respeto y la confianza, más allá de un espacio de aprendizaje», señaló.

Para la académica, aplicar lo aprendido en el Programa significa ofrecer una experiencia educativa más enriquecedora para sus estudiantes, adaptándose mejor a sus necesidades y fomentando su éxito académico. Reconoce que este proceso de mejora continua es fundamental para garantizar la calidad de la educación que brinda. “Mi compromiso es seguir mejorando mis habilidades en la evaluación del aprendizaje de las y los estudiantes y así lograr que la retroalimentación sea realmente constructiva, lo que finalmente recaerá en mejorar su desempeño, lo que se transforma en un enorme desafío”, aseguró.

Como docente de la carrera de Trabajo Social, destaca los desafíos de formar a futuras y futuros profesionales capaces de enfrentar los complejos problemas sociales de manera efectiva. Su compromiso es desarrollar competencias teóricas y prácticas, así como sensibilidad cultural y habilidades de autorreflexión en sus estudiantes. “Lograr la excelencia académica es un desafío permanente como docentes, no tengo duda que ponemos lo mejor de nuestra parte a disposición del estudiantado; sin embargo, eso hoy en día no es garantía de que logramos nuestro objetivo, motivos tan variados como la diversidad de estudiantes que tenemos y muchas variables que no lograremos controlar para estos efectos, no obstante nos toca, a lo menos, hacernos cargo de lo que sí podemos abordar, más aun considerando que la mayoría de nosotros no nos formamos en la pedagogía de la educación”, explicó. En la misma línea, advierte que como docentes esperan lograr los mejores estándares y también alcanzar una alta calidad en la educación que entregan. Desde su punto de vista, no pueden olvidar que trabajan con personas y forman a futuras y futuros profesionales para el mundo, lo que conlleva una gran responsabilidad.

Igualmente, comenta que ser docente de Trabajo Social en la Universidad de Concepción implica un importante desafío, dado el enfoque en trabajar con personas cuyas experiencias de vida suelen ser vulnerables. “La tarea de formar a futuros profesionales capaces de intervenir en diversas dimensiones de la vida de las personas es crucial, requiriendo una integración efectiva entre teoría y práctica. Además de competencias técnicas, es fundamental desarrollar sensibilidad cultural, habilidades emocionales y capacidad de autorreflexión, dado que el Trabajo Social enfrenta situaciones complejas en constante evolución”, afirmó.

También, destaca que su trabajo en la Universidad es una fuente de inspiración, al contribuir al crecimiento de estudiantes que se convierten en profesionales. «Cada año, experimento una gratificación profunda al recibir a nuevas y nuevos estudiantes y despedir a las promociones salientes. El afecto y gratitud con el que me visitan o escriben son motivo de alegría. Formar parte del equipo del Departamento de Trabajo Social, donde participamos en la formación de las próximas generaciones de profesionales, ha sido esencial para mi desarrollo tanto personal como profesional», declaró.

Por último, la participación de la docente en el Programa de Iniciación Pedagógica es un testimonio de su dedicación a la excelencia académica y su compromiso con el desarrollo integral de sus estudiantes. “He podido desarrollarme y crecer como mujer y profesional y eso es motivo de gran orgullo y satisfacción. Me gusta lo que hago y solo deseo hacer lo mejor cada día”, finalizó.

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